sábado, 5 de mayo de 2012

Agentes que influyen en el desarrollo emocional del niño


En primer lugar nos encontramos con la familia que puede tener las siguientes funciones o características:



Estilo autoritario:

   Aquí  el grado de control de los  padres es alto, con medidas de disciplina enérgicas, las exigencias de madurez son altas, casi demasiado. No expresan sentimientos positivos hacia sus hijos y la comunicación es unidireccional. Los hijos en edad preescolar pueden tender a obedecer, a ser ordenados, conformistas, aunque pueden presentar timidez y poca constancia persiguiendo metas. En la etapa escolar, en la preadolescencia, aparece más intensa la rebeldía. Tienden a tener una pobre interiorización de los valores morales, porque suelen estar más orientados a evitar el castigo que hacia el significado intrínseco de la conducta.



Estilo permisivo:
 
   Se caracteriza por presentar poco control sobre sus hijos, pocas exigencias en su madurez y un alto nivel de comunicación y de muestras de afecto. Tienen una actitud muy positiva en cuanto al comportamiento del niño, usan poco el castigo y aceptan bien sus impulsos. Consultan a los niños sobre las decisiones que tienen que ver con ellos, pero son blandos. Depositan la responsabilidad en el niño para la organización de sus propias conductas.
Estos hijos suelen tener un bajo nivel de autoexigencia y también tienen dificultades para disponer de un autocontrol de sus impulsos. Muchos son definidos como inmaduros, poco constantes, no tienen hábitos estructurados de orden, responsabilidad…
Suelen ser niños alegres, espontáneos, sin dificultades para establecer relaciones sociales.



Estilo democrático:


   Mezclan el aspecto positivo de los otros dos modelos. Altos niveles de exigencia, altos niveles de control, de afecto y de comunicación. Intentan evitar los castigos, pero sin huir de ellos; prefieren reforzar una conducta que castigar la contraria. Intentan estar atentos a las necesidades de sus hijos, pero no se dejan chantajear por ellos. Tienden a dirigir sus decisiones con sus hijos, las explican; además se les favorece niveles de autonomía apropiados para su edad. Estos niños suelen tener mayores niveles de autocontrol y autoestima; suelen ser capaces de afrontar metas nuevas con confianza y son más tenaces, más persistentes. Suelen tener buenas habilidades sociales, tienden a la independencia y suelen ser cariñosos. Conceden más valor al aspecto intrínseco de la conducta que a las consecuencias sancionadoras que resultan de su violación.


La sobreprotección:

   Se define como la tendencia de los padres a tratar a sus hijos como si fueran más pequeños de lo que en realidad son. Intentan evitar cualquier riesgo para los niños, aunque esos riesgos sean una deformación percibida por los padres. La relación es de dependencia, y el mensaje implícito es que el niño se siente un inútil. Estos niños son la pasividad en persona, sin iniciativa, se sitúan en una posición inferior en el grupo de iguales, hay falta de autonomía y unas expectativas bajas de sí mismos. Buscan relaciones fuera de la familia siempre en situación de dependencia.


Hermanos:
    
   La influencia de los hermanos depende de muchas variables; la propia estructura de la familia, el número de hermanos y el orden que ocupa cada uno. El sexo es importante, también. Parece enriquecedora la convivencia entre hermanos, y no el hijo único. También son importantes las celotipias fraternales; no se deben hacer comparaciones ni favorecer la competitividad.
En cuanto al divorcio, puede ser un trauma, pero depende de variables; en este proceso, al niño se le debe contar al mismo tiempo y por parte de ambos padres, en un lenguaje propio a la edad del niño. Se le debería decir sólo lo que necesita saber, sin detalles escabrosos; que se les va a querer igual; es importante también desculpabilizarlos.
Los padres deben enfatizar que la situación es definitiva, porque la fantasía de retorno es universal. Se les ha de asegurar a los niños la forma de cuidado que van a tener, es decir, la custodia. Ayudar a los hijos a elaborar la pérdida y reducir la rabia.

Otro agente bastante importante es el grupo de iguales al que en un primer momento los niños acceden mediante la escuela lo que supone entre otras cosas:

  • Un espacio nuevo para relacionarse con iguales, tanto en las relaciones formales como en las informales.
  • Exige al niño ajustarse a unas normas, disciplinas, rutinas que tiene que compartir con sus compañeros.
  • La escuela favorece en los niños una autorregulación conductual, imprescindible para sus relaciones sociales.
  • En la escuela se favorecen las relaciones de igualdad (sobre todo de oportunidades). Debe ser un contexto integrador.
  • Favorece la independencia progresiva y la autonomía gradual acercándose a una autogestión en sus propias tareas académicas, de higiene, alimentación…
  • Es un espacio de aprendizaje de habilidades sociales básicas, como pedir “por favor”, dar gracias, aceptar y respetar opiniones…



Gracias al grupo de igual el niño puede desarrollar muchos valores como la amistad, compartir con los demás, hablar sobre sus inquietudes e intereses, tener capacidad para aceptar opiniones diferentes,etc.

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